- por Nieves de Dios
En este artículo encontrarás respuesta a las siguientes cuestiones:
- ¿Qué se entiende por situación traumática?
- Entender los efectos del trauma: Mecanismos de defensa
- ¿Cuáles son los síntomas? El síndrome de estrés postraumático
- Afrontamiento y superación de un trauma
¿Qué se entiende por situación traumática?
Un trauma se produce cuando ocurre un evento o situación que sobrepasa la capacidad mental de asimilación o afrontamiento por parte de la persona afectada.
Entre los eventos que más habitualmente son causa de traumas serios se encuentran ser objeto de violencia física y/o intimidación, o presenciarla, sufrir abusos sexuales o violación, la muerte repentina de un ser querido, accidentes automovilísticos, desastres naturales (huracanes, tornados…), secuestro… etc
Hay dos aspectos a considerar por lo tanto: el suceso externo y de cómo este impacta en la persona. Así puede suceder que ante una misma situación una persona resulte dañada y otra no. Esto va a depender de muchos factores como puede ser la vulnerabilidad previa, historia personal (traumas previos etc…), recursos de que dispone, apoyo social en el momento del suceso… etc Esto último sobre todo va a ser de gran importancia para amortiguar el efecto traumático inicial (las primeras horas son decisivas) y también cuando se trata de algo que la persona ha ocultado durante un tiempo, la reacción inicial de las personas cercanas ante el desvelamiento, por ejemplo si reaccionan culpándole suele ser muy retraumatizante.
En general un acontecimiento negativo suele resultar traumático, cuando la persona siente amenazada su integridad física y /o sentido de sí mismo o identidad, o de las personas allegadas, y cuando es algo repentino o sorpresivo, es decir algo que no se esperaba y por lo tanto no ha habido una preparación previa frente al suceso, que lo hiciera más asimilable.
También cuando las situaciones se perciben como “sin escapatoria”, es decir la persona “siente que no tiene medio de escapar” ante la violencia sufrida.
La experiencia traumática es vivida como una catástrofe, aunque raramente es algo percibido por los demás.
Depende también de si la violencia sufrida es ejercida por otra persona, resultando en este caso mucho más traumatizante, sobre todo si se trata de personas cercanas. Es mucho más difícil de asimilar que alguien que se supone que te quiere o debería protegerte, te hace daño, es mucho más destructivo a nivel psíquico.
Por otro lado depende mucho de la vulnerabilidad de la persona, resulta mucho más fácilmente herido un niño que un adulto, la personalidad del niño se encuentra en formación y todo le afecta sobremanera, cosas que para un adulto resultan insignificantes pueden impactar violentamente sobre la mente del niño.
Lo que ocurre es que el efecto de los sucesos en los niños suele pasar más desapercibido, al encontrarse en un proceso de continuo cambio, afecta directamente a su desarrollo, perturbando el crecimiento adecuado y llevándole a desarrollar estructuras de personalidad patológicas, sobre todo cuando se da en etapas tempranas.
Esto tampoco significa que debamos mantener a los niños en una burbuja para que nada les afecte, pues la sobreprotección puede ser igual de nociva. Todos tenemos traumas que han condicionado de una manera u otra nuestra forma de ser, esto es inevitable, incluso habiendo tenido unos padres más que aceptables.
Lo que se debe hacer es proporcionar al niño un ambiente adecuado a su desarrollo, los padres suelen realizar esta tarea adecuadamente de manera intuitiva.
Entender los efectos del trauma: Mecanismos de defensa
Vamos a ver algunas formas que tiene la mente de enfrentarse a situaciones extremas y que nos permitirá entender mucho mejor las manifestaciones del trauma.
Cuando el impacto de un suceso es fuerte lo que suele suceder tanto en adultos como en niños es que la personalidad se disocia, se divide, es decir adopta mecanismos de defensa[1] muy primitivos para hacer frente a la realidad, en ese momento inasimilable.
La disociación lo que permite básicamente es mantener a la vez actitudes, recuerdos, afectos o ideas incompatibles en nuestra mente. Así una persona puede negar lo ocurrido, actuar de forma confusa, olvidar el suceso traumático o su significado, desarrollar actitudes o afectos aparentemente contrarios a lo esperable dada la situación.
También es habitual experimentar un distanciamiento respecto a la realidad, la persona puede ser invadida por una sensación de irrealidad, como si lo que estuviera pasando no fuera real, o como si se hubiera distanciado de sí misma y estuviera percibiéndose desde fuera (despersonalización).
Lo que ocurre una vez que se desarrolla este mecanismo es que se pierde toda oportunidad de darle un significado al suceso y de integrarlo. Así pasa que la persona puede desarrollar determinados síntomas o actuaciones a las que no le encuentra un sentido porque provienen de esos nucleos de la personalidad no integrados, como consecuencia del trauma.
Por otro lado uno se disocia cuando no es capaz de darle un sentido o significado a la experiencia, es un modo de afrontamiento cuando se pierde ese recurso.
Cuando además la agresión sufrida proviene de otra persona se puede activar lo que se ha llamado “identificación con el agresor”, se trata de un mecanismo de defensa que intenta aplacar al agresor o congraciarse con él, identificándose con este. Fue Ferenzci quien más detalladamente lo describió: “Es nuestra respuesta cuando nos sentimos agobiados por la amenaza, cuando hemos perdido la sensación de que el mundo nos protegerá, cuando estamos en peligro sin posibilidades de escapar. Entonces hacemos desaparecer nuestro self. Esta respuesta sucede bajo disociación de la experiencia presente: como camaleones, nos mimetizamos con el mundo que nos rodea, exactamente con aquello que nos atemoriza, para protegernos. Dejamos de ser nosotros mismos y nos transformamos en la imagen que algún otro tiene de nosotros. Esto sucede de manera automática.”
Este mecanismo también es un residuo de modos de relación muy primitivas, donde los límites con el otro no están del todo definidos, es decir se pierde en parte la diferenciación yo- otro, el otro es asimilado como parte de uno mismo por identificación, así lo que ocurre es que introyecta o introduce la imagen del agresor dentro de sí mismo, la agresión externa deja de existir, esto le permite a la víctima tener cierta sensación de control interno sobre la situación y conocer con gran precisión a su agresor anticipándose a sus conductas (de modo inconsciente claro). También permite mantener los sentimientos positivos hacia el agresor mientras que los agresivos son disociados, puede incluso llegar a darse lo que se ha llamado “El síndrome de Estocolmo” donde la víctima se siente enamorada de su secuestrador.
Aunque en principio pueda parecer adaptativo lo cierto es que la víctima queda en una situación de total alienación, que le impida salir de la situación de abuso o maltrato, ya que no son capaces de reconocerlo como tal y por el tipo de vinculación de gran dependencia que se crea con el agresor.
El síndrome de estrés postraumático
Cuando alguien se ha enfrentado a un suceso difícil puede mostrar un conjunto de síntomas que se ha definido como “estrés postraumático”, sin embargo en cada persona puede manifestarse de modo diferente, como sucede casi siempre con los trastornos psíquicos, por lo que estos síntomas son solamente indicativos para una primera evaluación o acercamiento a la problemática, que han de completarse con un estudio dinámico más profundo.
Estos son algunos de los síntomas que se suelen encontrar en adultos:
–Recuerdos dolorosos y persistentes del acontecimiento traumático, y la sensación de que puede suceder nuevamente (En los niños pueden aparecer juegos repetitivos en los que se expresan temas o sucesos relacionados con el trauma).
–Sueños o pesadillas relacionadas con el suceso (En los niños pueden aparecer pesadillas aterradoras cuyo contenido es menos reconocible)
–Malestar psicológico intenso al exponerse a situaciones que recuerdan el trauma y evitación de las mismas.
–Comportamientos disociativos derivados del mecanismo de defensa que comentamos, puede olvidar recuerdos, tener actuaciones que luego no recuerda o no reconoce como asociadas al trauma… etc
–Disminución acusada del interés por participar de las actividades cotidianas, como las relaciones sociales o el trabajo
–Embotamiento afectivo y sensación de distanciamiento de los demás y de la realidad
– Dificultades cognitivas, la persona puede sentir que le cuesta pensar o concentrarse
–Pesimismo frente al futuro, ansiedad, depresión, irritabilidad, insomnio…etc
Hay personas que no muestran muchos de estos síntomas pero pueden tener otras conductas o trastornos psicopatológicos asociados al trauma como pueden ser conductas adictivas, trastornos de la alimentación (anorexia, bulimia)… etc
Sobre todo en los niños donde lo que ocurre es que se adaptan a la situación, y utilizan con mucha más facilidad ese mecanismo que hemos llamado identificación con el agresor.
Afrontamiento y superación del trauma
Salir de un trauma grave se puede percibir desde el punto de vista de la persona que lo sufre como una tarea imposible, como salvar el abismo, pero la realidad es que todo se puede superar aunque resulte una tarea ardua y difícil en muchos casos, vamos a ver algunas pautas a seguir:
Es importante ponerse en manos de un profesional que nos ayude a pasar el trance.
No dejarse arrastrar por el desaliento y mantener una actitud positiva, podemos asumir la tarea de superación como un reto, que si lo superamos nos hará mucho mas fuertes (lo que se ha llamado resiliencia).
No te debes plantear excesivas exigencias si estás atravesando un momento difícil, date un tiempo para recuperarte, sin pensar en lo que no puedes hacer debido a tus síntomas.
Busca apoyo en las personas que te rodean si dispones de una red social adecuada, las relaciones positivas facilitan mucho la recuperación.
Hay personas que consiguen superar por sí mismas situaciones difíciles, sin ayuda profesional, aunque en el caso de traumas severos es muy complicado, sobre todo cuando se trata de sucesos de la infancia, donde no sólo se trata de superar el hecho en sí sino de salvar el desarrollo que no se llevo a cabo adecuadamente.
El tratamiento posibilita que la persona vaya poco a poco integrando el suceso y aquellos aspectos disociados de su personalidad. Es un proceso muchas veces lento que requiere de mucha paciencia y comprensión por parte del terapeuta, y delicadeza, es como si la persona llevara de continuo una herida que le atraviesa las entrañas y tuviera miedo de ser nuevamente dañada.
A menudo va acompañado de sentimientos de culpa o vergüenza que están en la superficie y que hay que trabajar antes de nada.
En cierto momento se requiere un afrontamiento de los miedos para dar el salto.
[1] Son estrategias normalmente inconscientes que usa la mente para hacer frente a la realidad cuando esta resulta especialmente dolorosa, permitiéndole mantener cierto equilibrio más o menos adaptativo, así se pueden negar o reprimir ciertos sentimientos, pensamientos etc…