La peor persona del mundo (2021) nos introduce en las vivencias de una joven llamada Julie, ya casi en la treintena, que sufre de algo muy habitual en los tiempos actuales y es la dificultad de encontrar un sentido a su vida, de encontrarse, de definir su identidad.
Así comienza el film con ella en primera persona describiéndonos en que consiste su malestar, focalizándose en principio en las dificultades para definir su orientación vocacional y la elección de estudios superiores. Comienza escogiendo medicina porque supone que allí sus altas calificaciones tendrán algún sentido, o le darán su lugar, después decide dejarlo y estudiar psicología porque siente que ello le acerca más a entender los sentimientos humanos lo cual le despierta interés (y así tal vez ahondar más en sí misma), posteriormente se decide por la fotografía que le introduce en un nuevo mundo de relaciones y experiencias en las que se siente muy cómoda, finalmente acaba trabajando en una librería de dependienta a media jornada, a la vez que se inicia en la escritura.
Julie ansia sentirse libre y a la vez apegada o vinculada a alguien o algo de algún modo, encontrar su lugar, lo cual puede resultar contradictorio, y será eso lo que le lleva a transitar por distintas ocupaciones y relaciones, sin llegar a establecerse en ninguna, salvo tal vez la fotografía, que le permite mantener cierta cómoda distancia con la realidad, a la vez que sentir cierta vitalidad, al visualizarse en las imágenes que capta.
La sociedad noruega posmoderna en la que vive valora el estatus profesional a la hora de definir a una persona, es por eso que Julie se siente muy incómoda cuando en su entorno se siente cuestionada en este aspecto, que siempre le pregunta “a que se dedica”, esto le refuerza por un lado su inseguridad, le recuerda su vacío interior, proyectándose en esa mirada al vacío en el paisaje que se repite en varias escenas, que despierta su melancolía y le incita a una postura de rebelión o posición subversiva frente a los convencionalismos, y a una huida de su existencia en suma.
Se muestra en distintos gestos a lo largo de toda la película, la crítica de la vida familiar durante la estancia con los amigos de Aksel, la ruptura de las normas de convención social al colarse en una fiesta y ser infiel a su pareja con Eivind (aunque quisiera aparentar que no era una conducta inapropiada), la provocación en un grupo de madres alegando que no es bueno que abracen a sus hijos o en la crítica hacia las tendencias feministas discordantes en su escrito “El sexo oral en la era del Me too” ( con las que ella misma se identifica probablemente, a la vez que comparte sus propias fantasías sexuales, que evidencia una ilusión de control sobre el deseo masculino (“me gusta flácido, así que creo la rigidez en lugar de que me la impongan”)).
Comparte esta actitud con su novio Aksel, exitoso creador de comics underground, que es con quien parece que llega a tener una relación más profunda, con él se siente comprendida y que le da libertad, aunque él adopta con ella una postura un tanto dominante y manipuladora, cuestionando y racionalizando sus sentimientos para llevarla a su terreno, también por su apreciable diferencia de edad (es 14 años mayor); sin embargo siente que la entiende y de algún modo la absuelve a las puertas de la muerte (antes de morir de cáncer). Le refleja además una imagen idealizada de ella misma, desde sus sentimientos amorosos.
Se podría ver a Aksel como el alter ego de Julie, o la proyección masculina de Julie en el relato, no sólo por todo lo que tienen en común, de hecho la vida de ambos parece que trascurren a la par, Aksel acaba muriendo de cancer y pareciera que algo muere para Julie también.
Lo que pone de relieve el título, “la peor persona del mundo”, y la trama como se desarrolla, es un latente sentimiento de culpa, en ocasiones proyectado, cuando dice respecto a Eivind (que será su siguiente pareja) que “se sintió la peor persona del mundo al abandonar a Sunniva”, no reconociendo en si misma tales sentimientos. Eivind por otro lado manifiesta al igual que Julie una falta de identidad y total dependencia de su novia Sunniva, que cree haber encontrado el sentido de su vida o su identidad en sus orígenes indígenas, por lo que se siente forzada a remodelar su vida adoptando conductas de defensa medioambiental extremas, en lo que Eivind le sigue fielmente.
Un sentimiento de culpa que se va disolviendo o liberando con el trascurrir del relato (como discurre la sangre por sus piernas en la ducha, deducimos que debido a un aborto o falso embarazo que le forzaría a hacerse cargo del bebe y del compromiso en la relación con Eivind, ahora liberada) o debido al relato mismo que se puede ver como una declaración de los propios actos y sentimientos para resultar eximida en nada menos que 12 episodios, un prólogo y un epílogo, como si fuera una confesión.
Se nos presenta una imagen benevolente de Julia, que con aspecto angelical sin embargo va dejando un reguero de víctimas de su seducción, como le hace notar la amiga en la fiesta en casa de Eivind. Propiciado por el efecto de las drogas acaba desnudándose real y metafóricamente y enfrentándose a los peores aspectos de su realidad como el abandono del padre, que le lleva a reafirmarse en una postura de rechazo y odio hacia este.
El padre de Julie es un padre ausente, no tiene apenas presencia en su vida, desde que sus padres se separaran siendo ella muy pequeña, además ha formado una nueva familia en la que tiene otra hija adolescente y se esfuerza poco por mantener el contacto con su otra hija ya adulta, o eso es lo que pretende trasmitirnos el film. En la experiencia alucinatoria de Julie parece que hay por un lado un reproche agresivo hacia su falta de interés hacia ella, le tira a la cara un tampón que lleva puesto, como si le devolviera en este gesto su femineidad humillada, a la vez que le permite reafirmarse en esta, marcándose en un gesto salvaje las mejillas con su propia sangre, como los indios.
Muestra un aspecto más agresivo igualmente en los reproches que le hace a Eivind referente a las críticas que hace de un escrito de Julie que rescata de la basura, poniendo en evidencia aquellos aspectos de ella misma repudiados, como que tiene que ver con su intimidad lo que escribe (siendo un retrato de su vida familiar) o en el elogio vulgar (a pesar de su buena intención), que le hace caer como figura idealizada, que no entiende de literatura ni tiene ambiciones por prosperar profesionalmente. Al igual que ocurre con su padre por el que tampoco se siente reconocida, no ocupa el lugar en su vida que hubiera sido esperable y ella sigue buscando el reflejo (siempre frustrado) de la imagen idealizada del padre que le faltó, y que le diera una identidad a ella misma.
El relato toma así la forma como de una catarsis emocional que destapa los aspectos más oscuros de la protagonista, sus carencias afectivas y su vulnerabilidad que intenta compensar a través de las relaciones con los hombres, y el reverso agresivo de estas mostrado en su rechazo cuando se destapa el velo de la idealización.
Parece destacable el momento de la ruptura de la relación con el padre, propiciado por las vivencias alucinatorias, como si la pérdida de la esperanza de ser reconocida por este desencadenará el desencanto hacia los demás hombres de su vida. Incluso Aksel llega a morir después de hacer un repaso a su vida que no parece muy satisfactorio, pues se pone de manifiesto su falta de sentido y vacío, miedos, inseguridades, incluso públicamente se le critica duramente.
Entendemos que algo cambia para Julie a raíz de estos sucesos, se representa en las imágenes como un nuevo amanecer, parece que se establece como fotógrafa o se coloca en una posición más observadora, más distante de la realidad, se dedica a observar la actuación de los demás, en vez de estar ella en primer plano.
No parece que resulte en una mayor integración de los afectos o un compromiso con la realidad, más bien sugiere que ese autoconocimiento de sí misma y experiencia lo utiliza para justificarse (“es lo que tiendo a hacer no termino nada de lo que empiezo” es lo que dice para anticiparse a la ruptura de la relación con Eivind) o deriva en una mayor despersonalización y desconexión afectiva.
Además todo en el relato se nos presenta desde la mirada de Aksel y Julie en la que se justifica su propio comportamiento, y se nos invita como espectadores a identificarnos con ellos, “ella sólo trataba de encontrarse a sí misma”, sin embargo no se profundiza en las motivaciones para el comportamiento del padre y se lo muestra en cambio como alguien que no se esfuerza lo más mínimo en cumplir con el rol paterno.
En este sentido coincide con Aksel, que tampoco tiene relación con su padre (al igual que todos los personajes de la historia), y mantiene una disociación de sus sentimientos, con una posición machista hacia la mujer en los comics, que no cree que tenga que ver con él, y una imagen exterior aparente de hombre omnicomprensivo y sensible.
Todos los personajes hacen más bien el efecto de ser espejos para Julie, en los que ella intenta encontrarse, pero apenas le devuelven más que su reflejo (empezando por la madre, que se limita a apoyarla en todo, sin darle si quiera una orientación; Aksel parece el único que la confronta pero para su propia conveniencia, o interés narcisista) como el contacto a través de las redes sociales que le devuelven una imagen idealizada de sí misma, o experiencias que le estimulen momentáneamente, que le saquen de la apatía del vacío, no hay un compromiso real con el otro o con los propios sentimientos.
Otro modo de describir lo que sucede en este relato y por ende en nuestra sociedad vendría plasmado en este texto de la socióloga Eva Illouz:
“Como la cultura ya no implementa prohibiciones fuertes y el individuo debe enfrentarse a la variedad de sus deseos, la manera principal de relacionarse socialmente es a través de un yo racional y racionalizado responsable de descubrir cuales son las pérdidas y las ganancias personales. Lo que nos debemos a nosotros mismos y a nuestras potencialidades ocultas se ha convertido en imperativo categórico; moviliza tanto el pensamiento racional anticipativo como el esfuerzo consciente por traer las emociones al primer plano de nuestra existencia. Esto significa que los principales conflictos que vivimos no son ya los conflictos entre la sociedad y el deseo individual, sino más bien entre nuestros deseos en pugna, cuyo estatus y cuya fuerza moral son iguales en todos los casos.” (como se citó en Lola Lopez Mondejar, 2022)
Se trata pues de una sociedad donde priman los intereses individualistas y narcisistas, como modo de compensación de una identidad precaria y frente a la ruptura de los vínculos sociales.
Bibliografía consultada:
Lopez Mondejar, M. D. (2022). Invulnerables e invertebrados. Barcelona. Editorial Anagrama.