MÁS ALLÁ DE LA EMPATÍA Y DE SENTIRSE ENTENDIDO EN PSICOTERAPIA

La escucha en psicoterapia

 

Podemos preguntarnos porque es tan importante el sentirnos comprendidos por los demás, desde temprana edad aprendemos a vernos a través de los ojos de los demás, y del reflejo que nos transmiten, es así como vamos forjando nuestra identidad.

Y esta necesidad primaria se mantiene a lo largo de toda la vida, como un refuerzo de nuestra identidad y también como un acto de conexión con el otro, de sentirnos menos solos.

El sentirse entendido parece algo terapeútico en sí mismo, así muchas personas acuden a psicoterapia con este objetivo, se puede ver como un alivio que quite peso al sufrimiento. Más cuando notamos que ciertos aspectos de nosotros mismos nos resultan oscuros, enigmáticos e incomprensibles, el que alguien externo nos ayude arrojar cierta luz calma bastante la angustia. Además ayuda a aceptar y quitarle peso a aquellos aspectos más desconocidos, depreciados y negativos de nosotros mismos.

Sin embargo esta empatía para que tenga su efecto requiere mantener cierta tensión o equilibrio entre como la persona se percibe y lo que el otro le devuelve. Así si el otro le devuelve una imagen de sí en gran medida inconsciente o no reconocida es evidente que esta persona no se sentirá entendida y que el otro está siendo empático con ella.

Para que la respuesta empática por parte del otro la vivamos como tal tiene que estar “cercana a nuestra experiencia” o a como nos percibimos a nosotros mismos de manera consciente.

En general la mayoría de las personas evitan confrontarse de verdad consigo mismos, y en muchas ocasiones buscan que los demás les ayuden a sostener una imagen deseada y/o falseada de sí mismos, a costa muchas veces de un gran vacío interno y de un esfuerzo constante por desmentir la realidad.

También hay personas que han sufrido graves carencias afectivas de niños bien por abandono o que los padres no han desempeñado lo que llamamos una adecuada “función especular” con ellos (al prestarle atención, conectar y devolverle al niño un reflejo de los sentimientos que muestra), como consecuencia pueden mostrar dificultades a la hora de regular su autoestima (fragilidad, inestabilidad y preocupación acerca de la propia estima e imagen), sentimientos de vacío, depresión, dependencia excesiva…etc.  En estos casos es fundamental que el terapeuta ofrezca de manera activa este “reflejo empático” que le ayude a conectar con sus sentimientos para que pueda ir salvando estas fallas o deficits narcisistas. Tampoco significa que estas personas no puedan acceder en ciertos momentos a aspectos más inconscientes o profundos de si mismos, ni que el terapeuta les tenga que dar la razón.

Las personas que han pasado por traumas graves o experiencias extremas también tienen una gran necesidad de sentirse comprendidas y reconocidas tanto por lo insólito de la experiencia y sufrimiento intenso y porque suele ir unido a vivencias de devastación de la personalidad sobre todo cuando el daño es causado por otra persona, cuando se han sentido agredidos, negados como personas o tratados como un objeto.

Sin embargo hay un más allá de la empatía en psicoterapia, entendida en este sentido que venimos hablando, es decir para que se produzca el cambio terapeútico no basta con que la persona se sienta entendida, aunque pueda tener sus beneficios, de hecho mantener de forma constante e indiscriminada una actitud empática (con los aspectos egosintónicos o más conscientes de la persona) no sería terapéutico en absoluto ya que obstaculizaría un trabajo más profundo, que va mucho más allá de encontrar un reflejo en el otro, como puede ser acercarse a mirarse a sí mismo en sus aspectos menos reconocidos o negados, ser uno mismo sin buscar la aprobación del otro, poder ser confrontado en ciertos momentos, hacer elaboraciones de manera más profunda o conectar con la intensidad de la experiencia, tolerar que te pongan límites, aprender a estar sólo con el otro y alcanzar cierta autonomía…, entre otros muchos y todo lo que implicaría un vínculo terapeútico reparador.

En este caso podríamos decir que el terapeuta usa la empatía pero más como modo de captar al otro en profundidad para adaptar un modo de comportamiento en la relación que no tiene porque ser sentido como empático, es decir el objetivo no va a ser que la persona se sienta entendida.

 

 

 

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